
Si hay algo que puede marcar la diferencia en una cena como la de esta noche es el vino que se escoja para acompañar a los platos y a los postres.
Un buen caldo no se define única y exclusivamente por unas pautas inamovibles, como puedan ser el sabor, el olor o el color: el paladar de cada persona se rinde a sus preferencias gustativas, como es evidente.
Casi de todos es conocido que los vinos blancos, sobre todo los frescos, jóvenes y afrutados van muy bien con cualquier tipo de pescado o marisco, que los tintos son para las carnes rojas y para la mayoría de los guisos contundentes, y que los rosados pegan con la pasta, las ensaladas, y muchas otras comidas. Pero dentro de cada tipo de vino, ya sea del color, de uva, o de añada, hay muchas calidades, y mucha variedad. Los buenos vinos, las bodegas “excelsas” las conocemos todos, más o menos, ¿o no? Un Vega Sicilia, o un tinto “La Faraona, 2011”, por ejemplo, es un valor seguro, no te va a fallar nunca, pero ¿quién se puede gastar hoy en día 800 € en una botella? Poquitos, muy poquitos.
Para acertar (o mejor dicho para descubrir) una buena bodega, con unos caldos que rocen la excelencia, y que además estén al alcance de cualquier bolsillo, los profanos tenemos dos opciones: o tentamos a la suerte, o acudimos a las recomendaciones de un buen experto (y honesto).
Siguiendo las directrices de la sensatez, yo apostaría por lo segundo, entiendo que a la hora de encontrar el sabor que se busca para acompañar a la comida que se ofrece en cualquier evento, la recomendación de un buen experto (repito: y honesto) es fundamental. Algo que siempre me ha fascinado de los enólogos más dotados es que son capaces de obviar las “etiquetas” de las botellas de las vinaterías y descubrir, con la única ayuda de sus sentidos, si la Chenin Blanc, Sauvignon Blanc, Torrontés, Chardonnay o Semillón ha sido la uva con la que se ha elaborado ese vino blanco, o si la Pinot Noir, Malbec, Syrah, Merlot, Cabernet Sauvignon ha sido la matriz de ese vino tinto vigoroso, amén de reconocer también la edad del vino, su año de cosecha, etcétera.
El pasado verano, en una exposición de García Alcázar en la Biblioteca de Ciudad Real, un reputado enólogo me recomendó los caldos de una joven bodega, acogida a la “Denominación de Origen Vinos de Granada”: Vinos Los Morenos. Y yo estoy muy agradecido por esa recomendación acertadísima.
Esta noche, en mi mesa, se sirve Morama Chardonnay 2009, criado en barricas de roble americano y francés, y dicen los expertos que en boca muestra frutas blancas con toques tropicales y con final aterciopelado… ejem… yo sólo os digo que está INCREÍBLE.
De Cebrián e Illescas