Cuando uno aprende a manejarse, tras el pertinente tiempo de adaptación, utiliza Twitter a su gusto. Hace años me incorporé a esta red social que, según se mire, es una red bastante individual y ombliguista. De repente pasé a ser @JAValverdeH. Muchas veces, como pasa en el mundo editorial, los usuarios no compartimos porque estamos publicando y siguiendo nuestros pequeños triunfos a modo de retuits y favoritos. Llegar a las respuestas y a los mensajes directos ya es casi de profesional. Me dijeron en cierta ocasión, siendo librero, que la gente interesada en la literatura no leía porque estaba escribiendo… Algo similar sucede en Twitter.
La clave del disfrute o la agonía en esta comunidad de tuiteros exhibicionistas, dicho con aprecio e incluyéndome, reside en confeccionarse un buen TL (time line). Se trata pues de seguir y que te sigan cuentas y o personas cuyos intereses converjan con los tuyos y, sobre todo, no mezclar. Al principio es inevitable que se cuele un poco de todo y va a gusto de cada miembro cómo enfoca su mencionado cóctel de cuentas y comentarios.
En mi caso, y en el de la mayoría de cuentas que frecuento, se habla sólo de cultura. Entretenida, curiosa, mordaz, elegante… depende de quién escriba. Es importante para mí no ver salpicados los tuits relativos a cine, música, pintura, fotografía y otras inquietudes culturales con comentarios de fútbol, política –sólo lo imprescindible–, bromas y mensajes modelo whatsapp, y demás interferencias. Para esas cosas se pueden usar otros canales. Naturalmente me estoy dirigiendo a un sector muy concreto de tuiteros y eso es lo que tiene de bueno este medio. Creas tu universo y los que quieren otras cosas hacen lo propio con sus temas de interés.
Puestos en contexto, hay algunas cosas que me llaman la atención y de ahí el título del post. Dentro del escenario descrito, hay diferentes niveles de aceptación de temas y figuras. Incluso horarios de más tráfico de un tema o de otro. Por ejemplo, por la mañana, dado que sigo a muchas editoriales, predomina la literatura. En los descansos de mediodía aparecen las vinculaciones a blogs, algunos muy interesantes –no perderse entre otros @literaturacine, @Atram_sinprisa, @Ricardo_…–, la música y el cine que ya se prolonga por la tarde y noche. El cine no decae porque es la base de lo que sigo así que es normal que así sea. La noche es el reino de la pintura y la fotografía.
Al margen del reparto de actividad y la manera de comportarnos de los tuiteros, que daría para un tratado, la segunda cosa que quiero destacar es el verdadero sentido de lo clásico. Sea cualquiera de las disciplinas artísticas que he mencionado, hay películas, actores, escritores, pintores, etc. que por su repercusión corren como la pólvora. Otros ilustres, sin embargo, tienen mucho menos predicamento del esperado. Es ahí donde pongo el dedo señalando lo clásico que es lo que perdura con mayor potencia a lo largo de los años y lo que, inexplicablemente, no pasa el corte y va camino de lo antiguo. Es verdad que hay cosas que perduran porque son siempre trendy, pasen las generaciones que pasen y no por eso entran en la categoría de lo clásico.
Por poneros algo ilustrativo, tuits sobre Fritz Lang y Billy Wilder o Alfred Hitchcock suelen ser de inmediato atrapados y convertidos en favoritos mientras que John Ford o William Wyler tienen muy poco recorrido. Gustos, pero también aceptación. Al final hablamos constantemente de las mismas cincuenta películas, por poner una cifra, de cine clásico y de la obra de Truffaut, Fellini, Antonioni, y otros grandes del cine europeo que también tienen fuerte penetración. El mismo planteamiento se podría hacer con la pintura donde Hopper arrasa y las fotos de Frida Kahlo son muy seguidas. O la literatura en la que sobresalen figuras como Pessoa aunque, en este campo, lo predominante son los blogs de reseñas y en especial el gran seguimiento de la novela negra y criminal.
La otra cara de la moneda son iconos del siglo XX como Sinatra y Elvis que, contra lo que pudiera parecer, tienen más dificultades para brincar de ordenador en ordenador.
La palma, naturalmente, se la llevan Marilyn y Audrey Hepburn de las que es difícil escapar, probablemente porque no queremos hacerlo.
Sin abundar en más casuísticas, creo que la idea o, al menos mi percepción, ha quedado clara. Seguramente vosotros tengáis vuestras propias experiencias y visiones al respecto.
A los que no tengáis Twitter y, aunque parece que no es lo que más crece, os invitaría a probarlo eso sí, siendo selectivos con lo que os interesa. Compartir y aprender son verbos que no deben dejar nunca de usarse.
José A. Valverde
Es verdad que al principio de salir twitter, como al principio de cualquier otra red social lo que más llamaba la atención era la novedad, sobre todo a personas que como yo rozamos ahora la cincuentena. Nos entró casi sin darnos cuenta, yo trabajo en una empresa de publicidad, como administrativo (entre otras cosas), e internet es parte de la empresa desde hace ya más de veinte años, más o menos, y twitter desde que salió, pero es que salió hace NADA. Es increíble como la tecnología de la información ha evolucionado, y supongo que a bien, tanto como a mal, pero lo más absolutamente increíble es que lo ha hecho sin que nos demos cuenta. Tengo dos hijos, uno de veinte años, y otra de deiciséis, y cuando les hablo de que cuando ellos nacieron esto que tienen ahora no existía, me miran con cara rara… twitter no existía, facebook tampoco, ni el wasap???
Madre mía si supieran que mi primer teléfono móvil era un ladrillo y que mandar un mensaje era casi para astronautas …
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