Hoy os traigo una receta que se hacía mucho en mi casa, en estas fechas y en Semana Santa, se la dedico a las cocinas de antaño, las que tenían en sus fogones un burdel de placeres para el paladar:
Torrijas ricas ricas, al punto de miel, como las hacía “la Camiona”, mi abuela…
Ingredientes:
– Rebanadas de pan de pueblo del día anterior
– Vino dulce, zumo de naranja o vino tinto
– 1 Huevo ( o los necesarios)
– Leche
– Miel
– Anís en grano
– Canela molida
– Aceite de oliva
Elaboración:
Mi abuela decía que el secreto de que te salieran unas buenas torrijas no era otro que el de disponer de “materiales de primera”. Buen pan de miga dura, vino de calidad, huevos de corral, leche entera, miel de romero o de azahar, canela molida, anís fresco y un buen aceite de oliva. Lo primero que hay que hacer es dejar el pan al “aire” toda la noche, para que se ponga a punto para empaparse bien de la leche, del vino y del huevo. En un plato hondo, o un bol, echamos leche y vino dulce (puede ser moscatel, incluso vino tinto, o zumo de naranja, cada cual que elija. Yo personalmente lo hago con moscatel de Chipiona, tal cual lo hacía mi abuela), en proporción 3 de leche a 1 de vino, ó 4 a 1, según gustos; y en otro bol batimos uno o dos huevos. Iremos mojando las rebanadas de manera que queden bien empapadas en el primer bol con la leche y el vino o el zumo, pero sin que se deshagan, de ahí lo importante de un buen pan de miga dura. Acto seguido ese pan mojado lo pasaremos en el bol con el huevo, daremos vuelta y vuelta, y lo pondremos a freír en una sartén donde estará el aceite de oliva dispuesto, caliente, con el aroma del anís ( para aromatizar el anís lo único que debemos hacer es freír el anís en grano y, antes de que se queme, sacarlo de la sartén ). Una vez que todas las rebanadas están fritas, (hemos tenido la precaución de ponerlas en una bandeja con papel absorbente para quitarle todo el aceite sobrante), nos dispondremos a enmelarlas. Este proceso es muy rápido y sencillo. En una sartén calentamos la miel, y en el momento en el que la miel empieza a hervir vamos introduciendo las rebanadas y la mojamos con una cuchara. Mi abuela nunca aguaba la miel, se puede echar un poco de agua a la miel para que se vuelva más líquida, eso a gusto de cada cual. Las empapamos unos instantes con esa miel, o aguamiel, y con cuidado, las vamos depositando en una bandeja para dejarlas enfriar. Así necesitemos más miel, iremos añadiendo a la sartén. Una vez frías las torrijas, las espolvoreamos con un poco de canela en polvo. Deliciosas…
José Antonio Castro Cebrián