
Esta noche ha sido una de las más productivas en los últimos meses, casi me echo a llorar cuando he visto el resultado de tanto trabajo, de tantísimas horas con el culo chafado en un sillón, y es que, señores y señoras, no es moco de pavo ensartar agujas cuando el ojal está saturado de tanta ¿fantasía?
Llevaba unas semanas intentando arrancar la novela que tengo ahora entre manos,… que si a fulanito le pinto cara de cabronazo y a fulanita de comadrona culona y con papada, que si al muerto lo mataba (vaya por delante la redundancia) con un ataque de artritis galopante o por otro aún más galopante de intoxicación por choricitos de la Puebla, que si ambientaba la trama en la edad media, en esa donde los caballeros andantes campaban a sus anchas por Castilleja de los Murriales, o si por el contrario lo hacía a mediados del siglo primero antes de la revolución catatónica de los muertos sibilantes… total, que tenía todos los síntomas habidos y por haber del típico mal que en mi tierra suelen llamar “tener la pisha hecha un lío”.
Cuento todo esto porque, aparte de que éste sea mi “tablón de notas” y lugar de esparcimiento, y el “funcionario” encargado de censurar lo que aquí se publica soy yo (bueno… el censor soy yo y mi padre, y mi madre, y mi mujer, y mi hija, y mi Chipi, y mi Poe, y mis amigos Víctor, Evan y Zoe, y mi hermano Ángel, y Manuel, y Jesús, y mis primas Carlota y Juani, y mis agentes, y algunos contertulios habituales » de en ca» la Geroma, y otros treinta y cinco a los que no puedo nombrar porque no me permiten que les haga la pelota en público…), considero que mi experiencia puede ayudar a muchos, y a muchos más que a muchos, para evitar que una buena úlcera o algún que otro dolor de cabeza les amargue una misericordiosa comida o un buen baño de espuma con sales y demás complementos minerales.
Os contaré, sin más dilación, cómo he podido salir de esta madeja de confusión en la cual me encontraba, y cómo he conseguido reencontrarme con las musas precisamente esta noche, con la justa dignidad para mí y sobre todo para mi integridad como escritor e hipotecado. Cuando os lo diga, os daréis cuenta de lo estúpido que es sentirse estúpido, y de lo sencillo que resulta a veces encontrarse bien, productivo, dichoso del trabajo, del esfuerzo y de la mediocridad. ¡Qué penita tontos!, como diría mi madre, la solución estaba ahí, delante de nuestras propias narices, proyectándose en nuestros corazoncitos con un run run todos los santos días…
Demasiado simple para ser tan simple, y demasiado complicado para ser mentira, la vida hay que tomársela como si no fuera contigo, cruzar las piernas y chapurrear a diestro y siniestro que todo marcha bien, que todo ocurre con la naturalidad de la inercia, y que nada es nada y que todo es todo, y que para el año catapumchimpón todos ricos y comiendo perdices en escabeche, que me sientan mejor… Así de sencillo… hay que negar lo innegable, y ser cabezón hasta en la sepultura… en mi caso, solo tenía que dejar que esos personajes que estaban pidiendo a gritos resurgir del anonimato y esos otros que se pegaban de ostias para recogerse en ese anonimato, camparan por sus anchas por estos mundos de Dios que me ha dado la literatura, y ya está… ellos mismos cruzarían la “delgada línea de la locura” y me darían a mí la suficiente realidad como para traerlos al mundo…
Vamos, algo así como lo que hacen ciertos políticos en nuestro país y fuera de él… sentarse con mucha jeta, fruncir el cejo y,( hablando con un tono muy muy serio, eso sí), proclamar a los cuatro vientos para todo quisqui, pongamos por ejemplo que Esperanza Aguirre en un foro universitario de antiguos alumnos de la Universidad de Oxford.… por poné… que aunque España tenga «dificultades inmensas» en la economía, está «el doble de mejor que la última vez» que tuvo una crisis , o que la fuga de jóvenes al extranjero es “motivo de orgullo”. Busquen, busquen en las hemerotecas esa noticia, tampoco hace tanto tiempo… esta señora es muy, muy tonta… ¿o no?
¿Os he hablado de los recortes en educación, o en sanidad, o de arrimar el hombro? ¿verdad que no? Claro que no… si de eso no hay en España.. ¡Por Dios!, nosotros somos los más mejores de Europa… ¡no! ¡no!, ¡del mundo!
En fin…
José Antonio Castro Cebrián
Un comentario en “Ensartando agujas un jueves por la mañana”