El tiempo pasa y pasa y no nos damos cuenta. Ya hace más de tres años de aquel brote letal de ‘E. Coli‘ en Alemania que alegremente se le achacó a los pepinos españoles. ¿Os acordáis?
El fin de semana pasado conocí a Manu, un almeriense que por aquel entonces regentaba una pequeña empresa de distribución de productos hortofrutícolas y al que le sobrevino la ruina al no cobrar cuatro camiones que mandó a Alemania repletos de pepinos; los importadores alegaron sencillamente que ya no querían la mercancía, y Manu ni la pudo colocar en otro mercado de Alemania o Centroeuropa, ni siquiera secundario, ni le salía a cuenta traerla de vuelta a España. Para él no hubo ningún tipo de compensación económica.
Cuando saltó la noticia y se supo que la enfermedad no provenía del pepino español, yo garanticé que nos lo meteríamos casi todos por la glándula pituitaria y aspiraríamos mala leche hasta que nos dejara de sangrar el orgullo, y que nos limitaríamos a pagar el berrinche en el muro del facebook y del twitter, despotricando contra los alemanes y la Alemania federal. A mí me daba que muchas familias estaban más que jodidas con esa salida de tono de la señora ministra de sanidad alemana de nombre tan poco castizo, y creía entonces, tal como creo ahora, que no era suficiente para los agricultores y los comerciantes españoles, ni las disculpas ni los apuros diplomáticos de nuestros ministros. Esperaba que los políticos de este santo país nuestro, España, rearmarían de una puñetera vez sus discursos y demostrarían que los cojones patrios estaban de vuelta y media, y pedirían, ¡exigirían!, una compensación económica para nuestros agricultores y exportadores por todo el mal fario que habían sembrado en los mercados europeos. Y que conste que sé de lo que hablo, durante más de diez años trabajé en una exportadora de pimientos, calabacines y alcachofas, y pude ver en más de una ocasión como nuestros queridos vecinos ricos, los franceses, aprovechaban cualquier rumor para saquear sin compasión a exportadores y como, en un alarde de simbiosis palaciega, estos mismos exportadores saqueados se convertían de pronto en míseros “Harpagones”, el avaro de Moliere, para sus productores, transportistas y trabajadores.
En fin.
Parece mentira, pero todavía, tres años después, con sus veranos, sus otoños, sus inviernos y sus primaveras, hay negocios, personas, familias, que aún sufren las consecuencias de aquella historia de pepinos, bacterias y disculpas insuficientes… o sino que se le pregunten a Manu.
José Antonio Castro Cebrián
Yo lo recuerdo muy bien, fue indignante ver como nos pasaban por encima los «alemanes», como antes lo hicieron otros, ante la mirada impasible de nuestros politicos, meras marionetas de la oligarquía europea…
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Más pareciese un complot para hacernos caer de bruces y acelerar el tan famoso «rescate económico».
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Rosa Aguilar dijo que en España se tomaron de forma inmediata las medidas pertinentes para el seguimiento de la trazabilidad -el recorrido de los productos hasta que lleguen al consumidor- en los puntos de origen. JA JA JA «Vamos a constituir un grupo de trabajo, una comisión de seguimiento, que se reunirá a diario para vigilar lo que está ocurriendo en el ámbito alimentario, y en el ámbito de la Unión Europea», dijo la ministra, JA JA JA que dejó claro, durante una comparecencia, que «España ha hecho en todo momento lo que tenía que hacer: actuar. Actuar para llevar a cabo los análisis correspondientes en el ámbito científico y para investigar en relación a los invernaderos de donde procedían los pepinos señalados. El punto de origen se cifraba en España, pero también en Holanda. Ahora el responsable es Alemania… y que no se dediquen a distraer la atención». JA JA JA Aguilarha añadió que «la propia Comisión Europea dijo que no se podía afirmar que el problema esté en el origen». JA JA JA
TODOS UNOS SINVERGUENZAS
TODAVÍA ESPERO YO UNA COMPENSASION DE AQUELLO!!!!
SINVERGUENSAS!!!
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