El Cine es un universo con infinitas galaxias. Una de ellas es la de las celdas, cárceles, campos de concentración y otros, siempre abiertas y muy transitadas. En ellas vemos entrar a inocentes, culpables y sospechosos, habituales o no.

Desde las típicas películas en que un ciudadano honrado se ve inmerso en una serie de malentendidos que le condenan a una visita a la prisión a todas luces injusta, a otras en las que parece que el más malo de los malos nunca será atrapado. Los villanos están más entrenados en el noble arte del escaqueo. La justicia no siempre funciona bien en el cine y, en ocasiones, sufrimos por ver enjaulado al inocente o por no ver capturado al miserable, al asesino o al estafador de turno. Los guionistas y directores siempre han sabido jugar con esta tensión, muy vista pero efectiva. A veces el encarcelamiento responde tan sólo a cuestiones estéticas en las que, para lucimiento del responsable de fotografía, de iluminación o del propio director, los barrotes dan mucho juego.
Las hemos visto de todos los colores, desde celdas individuales, de aislamiento hasta cárceles atiborradas de reos, casi siempre amotinados, que son también un caldo de cultivo excelente para guiones reivindicativos, de acción o de denuncia. Por no hablar de los westerns donde la oficina del sheriff parece el metro en hora punta con gente entrando y saliendo siempre a conveniencia de la acción. Sólo en “Río Bravo” ocupan el mismo catre enrejado el malo y el ayudante….

No es cuestión de entrar en ejemplos porque cada uno, si sois mínimamente aficionados al cine, tendréis vuestros propios recuerdos. Tal vez las imágenes que acompañan estas líneas os den pistas.
Lo que no solemos ver en el cine y mucho menos en la vida real es que los huéspedes sean de cuello blanco. Parece que, para no tentarnos a reclamar que esto ocurra, ni siquiera se nos muestra en la ficción. La conclusión es bastante obvia. Hay clasismo hasta para la cárcel y no digamos para la justicia tan manida y falazmente tildada de universal.

Un subgénero de las películas que comento es el de las cintas dedicadas a las fugas. Estas sí que pueden ser interesantes dados los tiempos que corren para, haciendo el montaje conveniente, crear un manual para ser efectivos en el arte del escapismo. Me temo que a algunos detenidos, si llegan algún día a serlo, no les será necesario utilizarlo ni mucho menos pasarse meses rascando el subsuelo que controla el confiado alcaide con una cucharilla. Los pasillos del dinero, los secretos y la coacción son mucho más anchos y el camino queda totalmente expedito…
José A. Valverde
Brillante Jose Antonio! Espero el próximo con entusiasmo!
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Gracias. A ver si te gustan los siguientes. Aquí estaré cada lunes.
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Homicidio en tercer grado ha sido una de las películas que más me han impactado de siempre sobre las cárceles. Y eso que es una película relativamente nueva.
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