
«Allí el suelo estaba limpio de agujas de pino. En un círculo de unos quince metros de diámetro, casi perfecto, la hierba había sido segada a ras de tierra. Rodeaba el círculo una maraña de densos matorrales, interrumpida por unos árboles derribados que formaban un montón de aspecto a la vez siniestro y amenazador. «El que tratara de pasar por ahí o de escalar ese montón de leños debería tomar la precaución de ponerse un buen blindaje», pensó Louis. El claro estaba sembrado de una especie de lápidas, fabricadas evidentemente por artesanos infantiles con los materiales más diversos que habían podido conseguir: cajas de madera, tablas y planchas metálicas. No obstante, en medio de aquel cerco de arbustos bajos y árboles desmedrados que luchaban por espacio vital y buscaban la luz del sol, el mero hecho de su tosca factura y la circunstancia de que fueran obra de manos humanas, parecían darles una cierta homogeneidad. Con el bosque como telón de fondo, el lugar tenía un aire fantasmagórico, un ambiente más pagano que cristiano.
—Es muy bonito —dijo Rachel, aunque por su tono no parecía muy convencida.
—¡Uaaau! —gritó Ellie.
Louis se desprendió de la sillita y puso al niño en el suelo, para que pudiera gatear. Louis sintió un gran alivio en la espalda. Ellie iba de tumba en tumba, lanzado exclamaciones. Louis se fue tras ella, mientras Rachel se quedaba vigilando al niño. Jud se sentó en el suelo, con las piernas cruzadas y la espalda apoyada en una peña y se puso a fumar. Louis observó que las tumbas estaban dispuestas en círculos más o menos concéntricos. El GATO SMUCKY, rezaba una tabla. El trazado de las letras era ingenuo pero esmerado. FUE OVEDIENTE. Y, debajo: 1971-1974. En el círculo exterior, un poco más allá, Louis observó una losa de pizarra y, escritos con pintura roja casi borrada pero todavía legibles, unos versos decían: BIFFER, BIFFER, TENÍA BUENOS HOCICOS HASTA QUE MURIÓ NOS HIZO MÁS RICOS.
—«Biffer» era el cocker spaniel de los Dessler —dijo Jud. Había excavado un pequeño hoyo con el tacón, en el que sacudía la ceniza del cigarrillo—. Lo atropelló un volquete el año pasado. ¿No tiene gracia el epitafio?
—La tiene —convino Louis».
Cementerio de animales (Stephen King, 1983)

Stephen King nació el 21 de septiembre de 1947 en Portland, Maine. Desde niño mostró un gran interés por la literatura de terror y las ciencia ficción, muy influenciado por los cómics y las revistas pulp. La ausencia de su padre marcó parte de su infancia, y su madre, que lo crió en solitario, fue quien le fomentó su amor por la lectura. A los siete años escribió su primera historia y fue en la adolescencia cuando comenzaría a publicar relatos en fanzines. Mientras estudiaba en la Universidad de Maine, conoció a Tabitha Spruce, quien se convertiría en su esposa y en la figura clave en su posterior carrera como escritor. En 1973, King publicó su primera novela, Carrie, una historia sobre una joven con habilidades telequinéticas. El libro fue un éxito inmediato y le permitió dedicarse por completo a la escritura. A partir de ese momento, su producción literaria ha sido imparable, consolidándose como uno de los autores más importantes del género de terror de todos los tiempos. Su bibliografía incluye títulos icónicos como El resplandor (1977), sobre un escritor que sucumbe a la locura en un hotel aislado; It (1986), donde un grupo de niños se enfrenta a una criatura aterradora; y Misery (1987), que explora la obsesión de una fanática con su escritor favorito. También ha incursionado en otros géneros con novelas como 22/11/63 (2011), que combina historia y ciencia ficción, y La Torre Oscura, una extensa saga que mezcla elementos del western, la fantasía y el horror. Las obras de Stephen King han sido adaptadas en numerosas ocasiones al cine y la televisión, con películas tan emblemáticas como El resplandor (1980), dirigida por Stanley Kubrick; Cuenta conmigo (1986), basada en su novela corta El cuerpo; o Misery (1990), por la que Kathy Bates ganó un Oscar. Con más de trescientos cincuenta millones de ejemplares vendidos, su legado en la literatura y la cultura popular es más que indiscutible. En 1999, un accidente casi le cuesta la vida cuando fue atropellado por una furgoneta mientras caminaba cerca de su casa. A pesar de las graves lesiones, no dejó de escribir. Su disciplina y pasión por la literatura lo han convertido en una figura imprescindible del género, y su influencia sigue vigente en cada nueva generación de lectores y escritores.
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